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Tortugas de la isla Española en Galápagos: las grandes supervivientes

13 Sep 19 /

El Programa de Ecología de Movimiento de las Tortugas de Galápagos (PEMTG) lleva 10 años investigando la migración de las tortugas gigantes, y cómo la salud de las tortugas, su ecología reproductiva y los cambios humanos en el ambiente pueden afectar a su migración. Con este objetivo, a finales de julio un equipo de la Fundación Charles Darwin, el Instituto de Medicina de la Conservación del Zoológico de Saint Louis y la Dirección del Parque Nacional Galápagos, nos dirigimos a la isla Española, donde trabajamos desde el año 2012, para reemplazar los dispositivos GPS que colocamos hace años. También aprovechamos este viaje para extender el proyecto de salud de tortugas terrestres, que ya se está llevando a cabo en las islas Santa Cruz e Isabela (Alcedo), para conocer cómo se encuentran las tortugas de Española, y qué posibles enfermedades pueden afectar a su bienestar.

Así, la mañana del 29 de agosto nos embarcamos rumbo a la isla Española. A bordo de la lancha Solmar viajábamos un grupo de seis científicos y un guardaparque, con mucha emoción de vivir la aventura.

El equipo con todo el material en la Playa Manzanillo
El equipo con todo el material en la Playa Manzanillo. Foto: Irene Peña, FCD

Tras surcar las aguas del Pacífico, que de pacífico solo lleva el nombre, y conseguir mantener nuestro desayuno en el estómago, desembarcamos en la playa Manzanillo, y pusimos rumbo a la nuestra zona de trabajo, El Caco. Aquí es donde comienza lo interesante de la expedición.

Comenzamos a caminar; debíamos recorrer diariamente unos 6km, hasta llegar al punto de trabajo. El primer día, no sé si fruto del entusiasmo de llegar o de las expectativas de lo que nos depararía una semana de trabajo en esa maravillosa isla, nos pareció divertido ir saltando de roca en roca, intentando mantener el equilibrio. El día se desarrolló de forma tranquila, buscando las primeras tortugas e inspeccionando y reconociendo el terreno por el que nos deberíamos mover los siguientes 4 días. Ese día pensamos que no había muchas tortugas en la isla, nos preguntábamos a dónde se habían ido las tortugas de Española. Regresamos pronto a la playa, para montar el campamento y descansar.

Izquierda: campamento en la playa Manzanillo. Derecha: miembros del equipo en la cocina del campamento
Izquierda: campamento en la playa Manzanillo. Derecha: miembros del equipo en la cocina del campamento. Fotos: Irene Peña, FCD

Al día siguiente amaneció nublado y lluvioso. “¡Qué bien!” pensaba, “si se mantiene nublado, es ideal para muestrear las tortugas y no achicharrarnos bajo el sol”. Lo que no me esperaba era que ese camino rocoso, que me pareció tan divertido y bonito el día anterior, iba a ser un auténtico desafío.

Freddy Cabrera, Simón Villamar, Francisco Laso, Sharon Deem, Irene Peña y Charlie Lehnen recorriendo el camino rumbo al Caco
Freddy Cabrera, Simón Villamar, Francisco Laso, Sharon Deem, Irene Peña y Charlie Lehnen recorriendo el camino rumbo al Caco. Foto: Ainoa Nieto, FCD.

Al mojarse, las rocas de lava se convierten en una auténtica pista de patinaje. Creo que no hubo nadie que no se deslizara, tropezara o pensara que ese camino no iba a terminar jamás, excepto Freddy y Ainoa, que resultaron ser unos auténticos expertos en caminar sobre rocas de lava mojadas. Por más que intentaba seguir su ritmo y hacerlo lo más elegante y dignamente que podía, no hubo manera; pero el que no se consuela es porque no quiere: ver que el resto de mis compañeros andaban en la misma situación que yo, reconfortaba. Conseguimos llegar a nuestro destino entre risas, magulladuras y mucho cansancio, y aún no habíamos comenzado a trabajar. Nos pusimos manos a la obra y comenzamos a buscar tortugas. ¡Al fin aparecieron!

Freddy Cabrera e Irene Peña colocando un nuevo GPS en una tortuga hembra
Freddy Cabrera e Irene Peña colocando un nuevo GPS en una tortuga hembra. Foto por Ainoa Nieto, FCD.

Los nuevos GPS son dispositivos solares, mucho más pequeños y con una vida útil de hasta 10 años, que no solo detectan la ubicación de la tortuga, sino también almacenan datos de velocidad, aceleración, temperatura y movimiento horizontal y vertical.

En torno a las 17h00 de la tarde llegábamos de nuevo al campamento. Había que seguir trabajando en nuestro improvisado laboratorio, procesando las muestras de sangre, así que, tras un baño de lo más refrescante en el helado mar de esta época, nos pusimos manos a la obra. Con unas pocas gotas de sangre podemos obtener mucha y valiosa información de las tortugas; por ejemplo, podemos saber si tienen anemia, una infección, o en caso de las hembras, conocer si están en época reproductiva. El inconveniente es que la sangre debe procesarse en menos de 24 horas. No solo tomamos muestras de sangre, también colectamos heces e hisopos que posteriormente analizamos en los laboratorios de la Estación Científica Charles Darwin. Muestras que deben preservarse en congelación.

En una isla desierta y sin electricidad, esto puede convertirse en un auténtico reto. Armadas con un generador portátil, un pequeño congelador y una centrífuga viajera, las tres veterinarias del equipo improvisamos un laboratorio portátil que sirvió para procesar y conservar todas las muestras. Ahora sí estábamos listas para trabajar.

Dras. Sharon Deem, Ainoa Nieto e Irene Peña procesando muestras en el laboratorio de campo
Dras. Sharon Deem, Ainoa Nieto e Irene Peña procesando muestras en el laboratorio de campo. Foto por: Francisco Laso, UNC-Chapel Hill.

Así se desarrollaron los días en esta preciosa isla, buscando tortugas, tomando muestras y colocando los nuevos GPS. Fue una semana intensa, pero es muy satisfactorio ver que los objetivos se cumplían: un total de 45 tortugas muestreadas, 7 GPS solares colocados y más de 12 horas de vuelo con un dron teledirigido para mapear el hábitat de las tortugas.

No hay nada mejor que convertir tu trabajo en tu pasión y poder disfrutar de cada pequeño momento. Observar cómo los búhos sobrevolaban el campamento, escuchar a los lobos marinos que acudían a la playa a descansar, luchar contra los cucuves para que no se robasen la comida o no te picaran la maleta, poder ver una lluvia de estrellas en la playa… Pequeños instantes que te hacen olvidar lo difícil que puede ser trabajar en una isla remota, y crean una vivencia única y apasionante.

Penguinsquare
Andres Cruz

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