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Detectives de datos: veintidós años de cambio en las comunidades de vegetación de la parte alta de Galápagos

06 Abr 20 /

En la parte alta húmeda de la isla Santa Cruz, justo al norte del pueblo de Bellavista, un camino de tierra serpentea a través de granjas de café y caña de azúcar, justo antes de llegar al entrada del sendero hacia Media Luna, llamado así por el cráter volcánico en forma de media luna, vigilando la entrada del Parque Nacional, se encuentra la "zona de amortiguamiento". Esta es una franja de tierra desnuda de 3 metros de ancho que divide la zona agrícola del área protegida dentro del Parque Nacional Galápagos. Paradas en este borde artificial, observamos un fuerte contraste entre dos reinos: humanos por un lado, naturaleza por el otro.

Miembros del Equipo de Especies Invasoras Terrestres de la FCD en la
Miembros del Equipo de Especies Invasoras Terrestres de la FCD en la "zona de amortiguamiento" a la entrada del Parque Nacional Galápagos en Media Luna. A la derecha, vegetación nativa; a la izquierda, pastoreo de ganado. De derecha a izquierda: Ana Torres, Heinke Jäger, Clare Peabody, Carolina Carrión. Foto de: Heinke Jäger, FCD.

El propósito de la zona de amortiguamiento es impedir la dispersión de plantas no nativas al área del Parque Nacional; pero como suele ser el caso en la conservación, la verdadera división entre las personas y la naturaleza en Media Luna es una historia difusa. A finales de 1800, el desarrollo agrícola había alterado drásticamente el estado de los ecosistemas de las partes altas de las islas de Galápagos que estaban habitadas, incluso en áreas supuestamente no afectadas por los humanos. De hecho, la Fundación Charles Darwin (FCD) y colaboradores estiman que se han establecido alrededor de 1500 especies introducidas en todo el archipiélago desde el inicio del asentamiento humano (alrededor de 1832), de las cuales 810 son plantas vasculares. La vegetación más allá de la zona de amortiguamiento en Media Luna ha sido modificada durante el siglo pasado por la alteración del pastoreo, el fuego y el ascenso y la caída de un árbol altamente invasivo, la cascarilla o quinina (Cinchona pubescens). Este lugar ha resistido cambios que, si se capturan en un vídeo de lapso de tiempo aéreo y se reproducen a una velocidad de 2000x, contarían una saga lo suficientemente épica como para rivalizar con cualquier documental de vida silvestre. Por otro lado, nosotros contamos con datos para contar esta historia.

Cuando la ecóloga de restauración de la FCD, Dra. Heinke Jäger, estableció por primera vez cuadrantes de monitoreo a largo plazo en Media Luna en 1998, la cascarilla estaba en aumento en áreas que una vez estuvieron dominadas por el arbusto endémico Miconia robinsoniana. Originalmente introducida como un posible cultivo comercial por su valor medicinal, la cascarilla o quinina invadió rápidamente la parte alta fuera de la zona agrícola, formando densas copas en ambientes anteriormente "sin árboles". La desafortunada ironía aquí es que la malaria nunca ha ocurrido en Galápagos, el compuesto antipalúdico que una vez le dio al árbol de la quinina su valor ahora se fabrica sintéticamente, y Cinchona pubescens habría sido la especie de quinina equivocada para este propósito.

Árbol de la cascarilla que crece en una de los cuadrantes a largo plazo en Media Luna. Las tuberías de PVC marcan la esquina noroeste de cada cuadrante de 20 x 20 m, con 31 en total
Árbol de la cascarilla que crece en una de los cuadrantes a largo plazo en Media Luna. Las tuberías de PVC marcan la esquina noroeste de cada cuadrante de 20 x 20 m, con 31 en total. Foto de: Heinke Jäger, FCD.

En Media Luna, el equipo de Heinke mostró una riqueza reducida de especies y una química alterada del suelo en cuadrantes fuertemente invadidos por la cascarilla. Estos datos resultaron útiles para guiar las decisiones de gestión de la Dirección del Parque Nacional Galápagos, que ha controlado la cascarilla de forma manual y química desde la década de 1970.

Si la frase "monitoreo de la vegetación a largo plazo" no inspira emoción alguna o sentido de aventura en su corazón, no le culpo. Por diseño, el monitoreo ecológico es un proceso paciente, estable, constante, incremental y repetitivo; en términos menos benevolentes, es aburrido. Tomemos como ejemplo a Media Luna: se necesitan dos personas y aproximadamente 11 días para monitorear 31 cuadrantes de 20 x 20 mt., cada uno con cinco transectos, con cobertura vegetal registrada en intervalos de 10 cm. No hay atajos. Año tras año, la metodología es la única constante en este panorama cambiante.

Monitoreando un cuadrante en Media Luna
Monitoreando un cuadrante en Media Luna. Foto de: Heinke Jäger, FCD.

Más allá de la falta de oportunidades de mercadeo apasionantes, los programas de monitoreo requieren un compromiso con un horizonte de inversión a largo plazo. Las instituciones más pequeñas, especialmente aquellas con fuentes de financiación intermitentes o altas tasas de rotación de empleados, pueden tener dificultades para mantener la investigación a esta escala. Muchos de los programas enumerados en la Red de Investigación Ecológica a Largo Plazo de la Fundación Nacional de Ciencias reciben apoyo de agencias federales o grandes universidades.

Dados estos desafíos, no es un logro pequeño que los cuadrantes de monitoreo en Media Luna sigan vivos después de 22 años. Este conjunto de datos no es perfecto; por ejemplo, el intervalo de tiempo entre los eventos de monitoreo varía de 2 a 6 años. Además, carecemos de información sobre variables ambientales específicas del sitio, como la precipitación y las propiedades químicas del suelo, que podrían ayudarnos a comprender los cambios en la comunidad de las plantas a nivel mecanicista. Aunque la FCD mantiene una estación meteorológica a largo plazo en el cercano pueblo de Bellavista, como puede atestiguar cualquier residente de la Isla Santa Cruz, los patrones climáticos en la parte alta exhiben una variabilidad dramática en distancias cortas. A pesar de estas limitaciones, ésta sigue siendo una de las series activas de cobertura vegetal con mayor duración en Galápagos, y su valor solo aumentará con el tiempo.

Durante diciembre de 2019 y enero de 2020, el Grupo de Especies Invasoras Terrestres de la FCD regresó a los 31 cuadrantes originales en Media Luna por primera vez desde 2016. Está claro que la historia de este paisaje aún se está escribiendo. Los "cementerios" de cascarilla ahora son una vista común en áreas donde alguna vez formaron bosques densos, y las especies endémicas, en particular la Miconia, están regresando. Parte de la muerte de la cascarilla desde mediados de la década de 2000 se atribuye a los esfuerzos de control manual y químico llevados a cabo por la Dirección del Parque Nacional Galápagos. Sin embargo, esto no explica las disminuciones observadas de la cascarilla en cuadrantes que no han sido sometidas a control. Gracias en gran parte a la continua recopilación de datos en estos cuadrantes intactas a largo plazo, con la ayuda de expertos de la Universidad de Florida, hemos determinado al culpable: el hongo de raíz patógeno Phytophthora cinnamomi (datos no publicados), entre las 100 especies más invasoras en el mundo. Se desconoce exactamente cómo Phytophthora cinnamomi llegó a Galápagos, pero está reportado en Ecuador continental, por ejemplo, como una enfermedad en las plantaciones de aguacate, y sus esporas pueden haber sido transportadas aquí con productos contaminados o por el viento.

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Los "esqueletos" de la cascarilla cubiertos de musgo sirven como un siniestro recordatorio de la historia de este paisaje. Debajo del pabellón anterior, la vegetación nativa parece estar regresando. Foto de: Clare Peabody, FCD.

En el futuro, no se puede subestimar el valor de la investigación a largo plazo en Galápagos. Si fuera posible predecir el estado futuro de un ecosistema con total precisión, la conservación sería una tarea simple. En cambio, las decisiones se toman ante una gran incertidumbre. Tanto las comunidades terrestres como las marinas en Galápagos están en un estado de flujo constante, forzadas por patrones climáticos naturales como El Niño y por disturbios humanos como el uso de suelos y la introducción de especies. Los conjuntos de datos a largo plazo pueden ayudar a revelar las "reglas" subyacentes de un sistema biológico que se desarrollará durante el próximo siglo del cambio climático. En los días largos y lluviosos en el campo, nuestro compromiso con el panorama general es la fuerza que nos mantiene avanzando, un transecto a la vez.

Agradecimientos

Todos nuestros proyectos de investigación se llevan a cabo en colaboración con la Dirección del Parque Nacional de Galápagos (DPNG) y nos gustaría agradecerles por la emisión de los permisos de investigación y por el apoyo logístico. Estamos realizando nuestro monitoreo a largo plazo gracias al apoyo de Galapagos Conservancy, Lindblad Expeditions-National Geographic Fund y Keidanren Nature Conservation Fund.

Penguinsquare
Andres Cruz

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