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En quechua. En esquimal

10 Sep 20 /

Uno va pasando el dedo por los lomos de los documentos que componen la colección de la Biblioteca de la FCD y se encuentra con un pequeño caleidoscopio lingüístico. Además del inglés y el castellano, los idiomas mayoritarios, muchos otros han hecho nido entre los viejos estantes de madera: desde el mandarín, el japonés y el coreano al ruso, el sueco y el alemán, pasando por el francés, el italiano y el holandés.

E incluso un par de lenguas indígenas.

Debido a la fuerte presencia en Galápagos de comunidades de migrantes de los pueblos Otavaleño y Salasaca, procedentes del área andina del Ecuador continental, es casi lógico que en nuestra colección contemos con un pequeño puñado —muy pequeño aún, lamentablemente— de trabajos que incluyen traducciones al quechua, kichwa o runasimi (literalmente, "la lengua humana" o "la lengua de las personas").

El libro Siémbrame en tu jardín: jardines nativos para la conservación de Galápagos (2017) es un excelente ejemplo de tales trabajos. En sus páginas, en las que se presentan fichas de plantas isleñas, se incluyen las correspondientes traducciones al runasimi. El título de la obra, en esa lengua, se lee Kanpa sisapampapi tarpuway: Galapagos suyu kuskata kamankapak sisapampakuna.

Contamos además con un libro totalmente impreso en runasimi, que refiere la llegada de Darwin a Galápagos: Charles Darwin Galápagos yawatipi kashkamanta: 15 kuski killamanta, 20 wayru killakama 1835 watapi (frase que, según mis oxidados conocimientos de kichwa, se traduciría como "Sobre la estadía de Charles Darwin en las islas Galápagos: desde el 15 de septiembre hasta el 20 de octubre del año 1835").

Finalmente tenemos un cuento infantil, Sisa: descubriendo la diversidad cultural de Galápagos (2013), con texto bilingüe castellano-runasimi.

Y hasta ahí creí que llegábamos. Cuál sería mi sorpresa cuando me encontré, esta semana, con un informe de la WWF titulado Whales beneath the ice (1986), cuyo texto está redactado en inglés… ¡e inuktikut!

La lengua inuktikut es hablada por los inuit —uno de los pueblos indígenas popularmente conocidos como "esquimales"— y cuenta con varias formas de escritura, dependiendo del grupo o "tribu" que la utilice. Los inuit que viven en las regiones de Nunavuk y Nunavik, en Quebec (Canadá), utilizan un sistema llamado qaniujaaqpait. Se trata de un silabario, es decir, un código en el cual cada signo representa una sílaba (como el caso del hiragana japonés).

La forma gráfica de cada signo es muy curiosa, y su historia, más aún. El sistema es la adaptación de una escritura desarrollada por el misionero James Evans hacia 1830 para las sociedades indígenas Cree y Ojibwe de Canadá y EE.UU. Otros evangelizadores llevaron esa idea al extremo norte de las Américas y allí, en las soledades del Ártico, la usaron para imprimir los evangelios y poder transmitir las doctrinas cristianas a los "esquimales". El qaniujaaqpait consiste en una docena de grafos básicos a los que se cambia de orientación y se agregan símbolos anexos; de esa forma se logra representar toda la gama de fonemas del inuktikut.

Esas letras encontré una tarde de esta semana, mientras terminaba de deslizar mi dedo por los lomos de los documentos que componen nuestra colección bibliográfica. Y entendí que, más allá de la curiosidad y el asombro que esas lenguas y formas de escritura produzcan, resulta interesante que en nuestro repositorio de información contemos con tales muestras de la diversidad cultural de nuestra especie. Nos recuerdan que en este pequeño planeta que habitamos, los saberes se producen, circulan y reproducen en una multitud de medios, códigos y sistemas. Y, al mismo tiempo, nos permiten contemplar nuestra propia riqueza: la fantástica pluralidad de nuestras identidades, hablas y cosmovisiones.

Una pluralidad a valorar, cuidar y defender. Pues es equivalente a esa otra pluralidad, la biológica, que protegemos en la FCD cada vez que luchamos por evitar la desaparición de una especie. Porque sabemos que sin esos hilos (grandes o pequeños, tanto da) el tejido natural y cultural de nuestro mundo se terminaría deshaciendo.

Penguinsquare
Andres Cruz

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