Autor: Pavel Enríquez-Moncayo, antiguo miembro del personal de la FCD
¿Alguna vez se han preguntado quienes están detrás de la conservación de la flora de Galápagos?
Durante los meses finales del 2020, el fatídico año de la pandemia por el COVID-19, me encontraba realmente agotado por la vida virtual y la incertidumbre de lo que nos depararía el futuro como humanidad. Pero, además, me sentía estancado. Estaba cursando la mitad del semestre en mi universidad, y con la educación virtual la desmotivación se apoderaba de mí, “¿Qué estoy haciendo con mi vida?”, “Debo hacer algo diferente”, me repetía con frecuencia, pero no sabía qué. Siempre me caractericé por estar en movimiento, por tratar de estar en contacto con la naturaleza y desconectarme de la ciudad. De pronto, entre las abrumadoras noticias de la pandemia, la corrupción en mi país y demás, apareció en mis redes sociales una noticia de la Fundación Charles Darwin sobre el redescubrimiento de Lecocarpus lecocarpoides, una especie de planta endémica rara en peligro de extinción, por parte de los científicos del programa Galápagos Verde 2050.
De inmediato la curiosidad me invadió. ¿Qué es el programa Galápagos Verde 2050? Me pregunté, y rápidamente lo googleé. Resulta que es un programa encaminado en la restauración ecológica de la flora de los ecosistemas en las islas Galápagos. Esto me cautivó, ya que mi deseo siempre ha sido hacer del mundo un lugar mejor para vivir y este programa sentía que buscaba lo mismo con una proyección a largo plazo.
Para las festividades de Navidad y Año Nuevo, retorné a Galápagos, y decidí salir del letargo de la virtualidad y comenzar a hacer algo por el mundo, por la ciencia y por mi vida. Es así que, una vez en la isla, me armé de valor y fui a las oficinas de las Estación Científica Charles Darwin, pregunté por el programa Galápagos Verde 2050 y me dirigí a conversar con la Líder e investigadora principal, la aclamada científica Patricia Jaramillo Díaz. Le conté de mi interés por la ciencia, de lo que había leído sobre el programa, de mis estudios, y de mi necesidad de hacer algo más que levantarme y prender el computador hasta que los ojos me ardan. Ella me propuso integrarme como voluntario en el programa, colaborar en las acciones para reestablecer la población de aquella planta extraña y en peligro de extinción (L. lecocarpoides) de una isla lejana, e involucrarme en el trabajo que hacen los científicos de verdad.
¡No podía estar más emocionado con este nuevo reto! Galápagos es mi hogar y mi lugar favorito en el mundo. Desde pequeño siempre me ha interesado la ciencia y admiraba a las personas involucradas en la investigación científica. Lo tenía claro, quería ser uno de ellos, contribuir con mi granito de arena, develar los misterios de este laboratorio natural e involucrarme en la conservación de especies endémicas en peligro de extinción.
Al incorporarme como voluntario en este fantástico programa, la misión estaba clara: debía aportar, junto al equipo de científicos, con mis conocimientos para lograr establecer los factores que pueden estar involucrados en la germinación de L. lecocarpoides, una planta endémica de la isla Española que se creía extinta pero fue redescubierta por científicos/as del Galápagos Verde 2050 a finales del 2020. ¿Pueden creerlo? En medio de la peor pandemia de los últimos 100 años, la ciencia en las islas no se detuvo. ¿Por qué nos centramos en la germinación de la planta? Simple, porque es muy difícil que una de sus semillas germine de manera natural, y descubrir su mecanismo de activación podría significar el salvar la especie. Ahora, ¿por qué digo que L. lecocarpoides fue redescubierta? Pues porque su último avistamiento fue hace aproximadamente… ¡Nueve años! (2013).
L. lecocarpoides es una especie de planta que históricamente se vio muy afectada por las cabras ferales que invadieron la isla Española. Estos mamíferos fueron introducidos a las islas Galápagos en el siglo XVII por balleneros y en el siglo XX por los primeros colonos del archipiélago. Al ser catalogados como una de las 100 especies invasoras más peligrosas en el mundo, eventualmente se volvieron un problema mayúsculo en varias islas, incluyendo Española, por lo cual las autoridades tuvieron que empezar acciones para su erradicación. Vamos al grano. En 1978 se logró erradicar los chivos de la isla Española, pero desafortunadamente, la población de L. lecocarpoides no logró regenerarse y mantenerse estable en su lugar de origen (Punta Manzanillo). ¿Por qué? Aún no lo sabemos, pero lo estamos averiguando.
Como nuestros esfuerzos estaban encaminados hacia comprender la germinación de las semillas de manera natural, iniciamos una serie de experimentos preliminares y… ¿Adivinen qué encontramos? Nada más y nada menos que hongos creciendo en la capa externa de algunas semillas que germinaron. Cabe recalcar que no existía evidencia hasta entonces de germinación de semillas de L. lecocarpoides de manera natural (bajo las técnicas tradicionales, es decir, poner la semilla en tierra y esperar a que germine) en los laboratorios de la FCD. La realidad es que siempre fue necesario aplicar técnicas de escarificación (desgastar la estructura externa de la semilla) para germinar plántulas. Por lo cual, este acontecimiento nos llevó a contemplar la posibilidad de que ciertos hongos presentes en el suelo del lugar de origen de L. lecocarpoides puedan estar involucrados en la germinación de las semillas.
Para investigar esto, emprendimos una expedición hacia Punta Manzanillo para tomar muestras de suelo y semillas con la finalidad de cultivar, aislar y caracterizar los hongos que se encuentren en aquel lugar. El propósito final es indagar sobre el rol ecológico que están desempeñando estos microorganismos y averiguar si benefician o perjudican a la población de L. lecocarpoides en su proceso de regeneración.
Ya sueno como científico, ¿cierto? De repente la microbiología llegó al programa Galápagos Verde 2050 y los científicos que tanto admiraba cuando era niño estaban depositando su confianza, recursos y tiempo en mí, para ser parte de una investigación que nunca antes se había realizado en la isla Española. ¡Ahora estoy haciendo ciencia! Poniendo mi granito de arena para contribuir con la conservación de mi hogar, que está severamente amenazado por diversos factores.
Y es que, hay tanto por investigar, y tanto por hacer. Sólo hace falta que cada vez más jóvenes locales se interesen por la ciencia en Galápagos. La meta como comunidad debería ser, el hacer de nuestras islas un lugar icónico a nivel mundial, no sólo por su flora y fauna endémicas y sus maravillosos paisajes, sino también por haber logrado balancear el desarrollo urbano con la conservación de este Patrimonio Natural de la Humanidad, como lo declaró la UNESCO en su momento. El programa Galápagos Verde 2050 está encaminado a cumplir con esta meta, y no puedo estar más orgulloso de formar parte de un programa que encaja con mi forma de ver la vida. Respetar a la naturaleza, cuidarla y conservarla, es nuestra responsabilidad.
Toda esta investigación fue posible gracias a la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) y sus guardaparques, sobre todo a Jefreys Málaga, que nos apoyan en cada expedición que el programa GV2050 emprende, y a la Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos (ABG) por su minuciosa revisión de las muestras tomadas de la isla Española. Además, a COmON Foundation que hace posible que el programa se mantenga en pie y con los recursos necesarios para llevar la restauración ecológica hasta las islas más remotas del archipiélago. Por último, es necesario mencionar que esta investigación no habría sido posible sin la colaboración de todos los integrantes del GV2050, especialmente a Anna Calle, que estuvo desde el inicio inmersa en esta investigación, a Paul Mayorga que brindó todo el apoyo en campo y a Patricia Jaramillo Díaz quien lidera el programa GV2050 y sus siete proyectos de investigación.