Durante este año he trabajado en el componente de educación del proyecto "La Reserva Marina de Galápagos: Un modelo de coexistencia sostenible entre seres humanos y tiburones" gracias al apoyo de Save Our Seas Foundation (SOSF) y Lindblad-National Geographic. Menciono esto para contarles por donde empieza esta experiencia. SOSF cuenta con un Centro de Educación de tiburones en Ciudad del Cabo, quienes a su vez cuentan con material educativo muy importante para quienes trabajan en temas marinos, sobre todo enfocados en educación. A lo largo de este año realizamos la campaña "Ponte la Aleta y Cuida el Planeta" en las Islas Galápagos y en agosto contamos con la presencia de Michael Scholl, Chief Executive Officer de SOSF, quien me ofreció la oportunidad de viajar a Sudáfrica para intercambiar experiencias y aprender del trabajo que el equipo del centro de educación realiza.
Sudáfrica, ¡una gran oportunidad para cualquier persona que trabaja en el campo de la conservación! Desde que llegué al Centro quedé encantada con el lugar y por supuesto con las personas que conocí. Al entrar al lugar puedes sentir el océano de muy cerca a través de la decoración. Hay un mini acuario con peces, estrellas de mar, anémonas y erizos que se pueden tocar y otros que solo se pueden observar. Las paredes son de color azul y turquesa con peces y tiburones pintados. Además, presentan información, figuras y material para tocar que facilita el aprendizaje para quienes visitan el lugar. Hay un teléfono con distintos números y una especie representativa de Sudáfrica distinta para cada uno, mediante el cual puedes llamar a cualquiera de estos animales y podrás escuchar distintas voces con la información más relevante sobre los mismos. Para complementar este material, hay dos juegos interactivos. El primero te permite sentirte como un tiburón al ver a través de un visor 3D mientras intentas cazar un pez utilizando los sentidos, puedes incluso oler a tu presa, ¡Muy interesante! El segundo juego te permite manejar un bote con el cual debes encontrar tiburones y cuando lo haces puedes obtener información, fotos y vídeos de las distintas especies.
Este es el centro en el cual estuve tres semanas, pero durante este tiempo también me involucré en las actividades que tenían programadas. Conocí a los miembros del equipo de educación del centro y al equipo de comunicación de SOSF. Todos ellos maravillosas personas de quienes aprendí muchas cosas y quienes se portaron muy amables desde que llegué. Al siguiente día de mi llegada hicimos snorkel con los "Exploradores Marinos", un grupo de niños con quienes han trabajado a lo largo del año escolar. En esta salida vimos bosques de kelp, un pulpo y otros animales pequeños. La siguiente semana volvimos a hacer snorkel en otro lugar y pudimos observar pingüinos y otras aves marinas. Durante la segunda semana fui a un campamento de verano organizado por el equipo de educación con estudiantes entre 8 y 13 años de la escuela de Muizenberg. ¡Un grupo de chicos muy activos! Entre las actividades tuvimos una caminata para observar aves marinas, una caminata nocturna, visitamos el faro más antiguo de Sudáfrica, los niños cocinaron “potjiekos” (estofado cocinado en una cacerola de acero) que por cierto les salió muy rico, se realizaron juegos y concursos en la playa y cada día hubo distintas presentaciones. Entre estas, una charla sobre aves, otra sobre tiburones y especies marinas, y además, tuve la oportunidad de realizar una presentación sobre las Islas Galápagos y la campaña sobre tiburones que realizamos durante el 2016. ¡Los niños quedaron encantados con las especies que podemos encontrar en Galápagos, incluso algunos mencionaron que algún día quieren ser voluntarios en el archipiélago!
Este tipo de ejercicios en campo permiten fortalecer el vínculo entre las personas y el mar a través de la diversión. A veces pensamos que, por el hecho de vivir en un lugar cercano al mar, tenemos una relación cercana implícita que hace que queramos cuidar lo que nos rodea, sin embargo, aún podemos encontrar personas que no saben nadar o que no han estado en contacto con especies marinas en su hábitat natural. Esto es fundamental porque es difícil que queramos cuidar algo que no conocemos solo porque nos digan que eso es lo que deberíamos hacer. Mientras que, si motivamos a las personas ya sean niños, jóvenes o adultos a que naden, hagan snorkel, buceen, surfeen o a que realicen cualquier otra actividad en el mar, nos vamos a dar cuenta de toda la vida que existe en él y de la importancia de cuidarla. Realizamos dos limpiezas costeras que me parecieron muy interesantes porque los niños pudieron ver la cantidad de plástico que llega a las orillas e hicieron un análisis de cómo pudo llegar esta basura al mar y de cómo esto puede afectar a los animales.
Por supuesto las realidades que se viven en los dos sitios son muy distintas. Ciudad del Cabo es una ciudad grande, con mucha historia de por medio y con una población de más de 3 millones de habitantes pero que cuenta con lindos lugares naturales para trabajar con niños. Galápagos por su lado, es un lugar pequeño con un público más accesible para trabajar. Además de ser un sitio rodeado de tiburones, aves marinas, rayas, iguanas y más animales tanto marinos como terrestres. También tenemos la ventaja de estar rodeados por el Océano Pacífico, cuya temperatura nos da la facilidad y el acceso para observar de cerca una gran cantidad de especies en distintas zonas. En el archipiélago tenemos todas las herramientas naturales para trabajar en educación ambiental por lo que lo aprendido servirá para fortalecer este componente y poder seguir involucrando a la comunidad en los distintos proyectos que realizamos.
Quiero agradecer a todo el equipo de SOSF mencionado anteriormente por su apoyo para realizar este viaje y por hacer de mi estancia un tiempo muy productivo, lleno de nuevos conocimientos e ideas que podemos implementar en Galápagos y que seguramente serán muy útiles para continuar con la misión de motivar a las personas a cuidar el mar y sus especies. Seguramente seguirán realizando el gran trabajo que han hecho hasta el momento y que se nota claramente al entrar al centro por lo que, además, les deseo la mejor de las suertes para continuar con su labor educando e inspirando sobre todo a las futuras generaciones a cuidar el océano. Y finalmente gracias a la Fundación Charles Darwin porque nada de esto hubiese sido posible sin su apoyo y sin las ganas de trabajar por Galápagos y quienes viven en este maravilloso archipiélago.