Recién graduado de la escuela y listo para planificar mi año sabático, justo antes de comenzar mis estudios universitarios, pensé, ¿qué podría brindarme una experiencia única en la vida? Me encanta ser voluntario, lo hice a lo largo de mis estudios secundarios y definitivamente quería hacer más trabajo de voluntariado. Así que miré el mapa del mundo y comencé a buscar. Había escuchado de mi familia sobre una oportunidad para ser voluntario en las Islas Galápagos, y mi atención se enfocó en las islas. Desde ese momento supe que no podría dejar escapar esta gran oportunidad.
Ahora me encuentro en las islas, ya al final de mi período de voluntariado de 3 meses, trabajando en la Estación Científica Charles Darwin (ECCD) en el increíble Programa Galápagos Verde 2050 (GV2050). Colaborando con mis colegas, que se dedican a la conservación de la biodiversidad y la recuperación de plantas en peligro de extinción a través de la restauración ecológica de las islas. Si bien, la siembra es una parte importante del proceso de restauración de los 100+ sitios de estudio del GV2050, la recopilación de datos de las plantas sembradas mediante monitoreos minuciosos es igual de importante. Esta información podrá ser utilizada por el GV2050 y la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) para futuras siembras y para lograr una restauración más eficiente de las islas.
Mi primera oportunidad para viajar a otra isla fue durante mi segunda salida de campo. Fuimos a la isla Baltra, antigua base militar de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial en la que actualmente se encuentra el aeropuerto principal de Galápagos. Desafortunadamente, la llegada del ejército estadounidense y su infraestructura causó una gran degradación de la naturaleza y la disminución de la mayoría de las poblaciones de plantas endémicas y nativas, como Opuntia echios var. echios y Vachellia macracantha. Baltra es el primer lugar que la mayoría de visitantes observa al arribar a Galápagos, y representa una oportunidad única para remediar sitios altamente degradados, generar conocimiento sobre la flora de la isla, y mostrar el proceso de restauración a los visitantes. Por esta razón, durante la salida de campo en la que participé, sembramos más de 500 plantas, incluidas Opuntia, Vachellia y Bursera.
Poco después, tuve una oportunidad única en la vida de buscar Scalesia aspera, una especie en peligro de extinción, con la esperanza de encontrar plantas sobrevivientes y colectar muestras botánicas. Visitamos el Islote El Edén y Cerro Ballena en la Isla Santa Cruz, dos lugares realmente hermosos, a los que se puede acceder únicamente desembarcando desde un bote. Cerro Ballena es una colina hermosa con una cuesta empinada que lleva a una planicie donde crece Scalesia aspera. En este sitio colectamos nuestra primera muestra. Luego descendimos al bote para dirigirnos a nuestro siguiente destino, el Islote El Edén. Al arribar, pensé en ser el primero en desembarcar, ¿por qué no? Tenía un pie en una roca y mi mano todavía en el bote cuando de repente las olas retrocedieron. Terminé en el agua, completamente empapado pero listo para iniciar la búsqueda de la siguiente muestra de Scalesia aspera. En este sitio, el trayecto además de ser empinado tenía rocas volcánicas sueltas. Definitivamente fue un desafío y bastante arriesgado, sin embargo, valió la pena. Pudimos encontrar nuestra Scalesia y colectamos flores y semillas de esta planta para depositarlas en el Herbario CDS de la FCD.
Una semana después, tuve la oportunidad de participar en otra salida de campo de gran importancia, el inicio de la evaluación poblacional de Scalesia retroflexa. Esta especie se encuentra entre las especies prioritarias del proyecto de Recuperación de Especies Vegetales Amenazadas del GV2050, debido a que está clasificada como en peligro crítico. Una caminata por las hermosas costas de Santa Cruz nos llevó a uno de los pocos sitios en los que se conoce que existió una población S. retroflexa. Al llegar, colocamos etiquetas a los individuos de S. retroflexa para que puedan ser identificarlos en futuros monitoreos y colecciones. Afortunadamente estamos a tiempo para planificar los próximos pasos necesarios para recuperar a Scalesia retroflexa y rescatarla del peligro crítico. Ser parte de las fases iniciales de un proyecto me hace sentir más agradecido por la conservación de lo que he podido estar hasta ahora.
Parte de mis responsabilidades como voluntario fue cuidar el primer jardín vertical de especies endémicas y nativas de las Islas Galápagos, ubicado en la casa de sombra de la Estación Científica Charles Darwin. Este es un modelo para todos los jardines ecológicos que el programa GV2050 quiere colocar como parte de su proyecto de Restauración Ecológica Urbana. Este proyecto trabaja junto con la comunidad, en escuelas o instituciones, lugares importantes para el desarrollo sostenible de Galápagos. Como es un jardín altamente visible al público, tenía que asegurarme que se mantuviera en el mejor estado posible, regándolo, podándolo, alimentándolo con nutrientes y manteniendo plantas adicionales en el vivero en el caso de que sea necesiten reemplazos.
Durante mi última semana en Galápagos, pude visitar Floreana, la primera isla en ser colonizada. Esta isla, tiene una población de alrededor de 150 habitantes y la mayoría vive en el pequeño pueblo de Puerto Velasco Ibarra. El objetivo de nuestra visita fue informar a las nuevas generaciones sobre ciencia y compartir nuestra pasión por la restauración de los ecosistemas de Galápagos. Para esto, realizamos un evento en el que instalamos varios jardines, incluyendo jardines verticales, en la escuela local con la ayuda de sus estudiantes. Juntos sembramos especies endémicas y nativas, incluyendo Euphorbia viminea, Alternanthera filifolia, Lecocarpus pinnatifidus, Plumbago zeylanica y Sesuvium portulacastrum. Además, se explicó la importancia de estas especies y el trabajo que realiza el Programa GV2050 para conservarlas. Fue un evento exitoso y un viaje maravilloso a una isla magnífica, un gran final para mi voluntariado en GV2050.
En general, puedo decir que mi estadía en la capital mundial de la biodiversidad ha sido una experiencia que nunca podré olvidar. Desde celebrar mi cumpleaños, hasta visitar lugares maravillosos para trabajar y restaurar la hermosa naturaleza. Gracias a COmON Foundation por hacer esto posible para el Programa Galápagos Verde 2050 de la Fundación Charles Darwin y su increíble equipo con el que he podido trabajar, como Patricia Jaramillo Díaz, una persona maravillosa, trabajadora y positiva que mantiene el programa en marcha y siempre se aseguró que disfrute de todo lo que hago. Mis amables compañeros del trabajo, Anna Calle, Pavel Enríquez-Moncayo, y Paúl Mayorga, me sorprendieron con su pasión por el proyecto, su fuerte mentalidad de trabajo y por ayudarme cada vez que tenía preguntas; y por último a mis grandes co-voluntarios, con los que compartí grandes momentos aprendiendo los caminos de un biólogo.
Referencias:
León-Yánez, S., Valencia, R., Pitman, N., Endara, L., Ulloa, C., & Navarrete, H. (2011). Libro rojo. Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito.