Autor: Kyana Pike
Si visitan uno de los ranchos turísticos de la parte alta de Santa Cruz, seguramente esperan encontrarse un buen número de tortugas desplazándose libremente y disfrutando de los pastizales. Lo que probablemente no se esperen es encontrar a una investigadora cubierta de lodo, agazapada entre los arbustos, registrando diligentemente el comportamiento diario de cada tortuga. Esta investigadora soy yo, una estudiante de doctorado de la Universidad James Cook de Australia, camino de convertirme en una de las pocas mujeres investigadoras de tortugas de Galápagos. Como parte de mis estudios, dentro del Programa de Ecología de Movimiento de Tortugas de Galápagos, observo a cada tortuga durante media hora, las sigo desde una distancia prudente que no altere su comportamiento y registro detalladamente todas sus actividades. Esto a veces deja perplejos a los turistas, y he escuchado algunas veces que preguntan a sus guías naturalistas si soy pintora, ¿o tal vez policía ambiental, asegurándome de que no toquen a los animales? ¿o tal vez guardaparque?
Todas estas son excelentes ideas, pero no es la razón por la que he pasado más de 130 horas “espiando” a las tortugas y registrando la vida secreta de las fincas. Mi investigación trata sobre las interacciones entre las tortugas y las actividades agropecuarias. Estoy interesada en entender cuáles son las actividades que realizan las tortugas en las fincas agroganaderas, y si es posible que ellas actúan o se comporten de manera diferente en diferentes fincas. Cuando observo a las tortugas registro cierta información, como por ejemplo cuánto tiempo pasan comiendo, caminando o descansando. Estos comportamientos nos dan una idea de cómo las tortugas usan los recursos disponibles, como pueden ser las pozas o la sombra de los árboles, y cómo responden ante los encuentros con otras tortugas, el ganado o los turistas.
Mi trabajo me ha llevado a las fincas turísticas, pero también a las fincas donde hay ganado o a ciertas áreas que han sido abandonadas y están ahora plagadas de especies introducidas. Esto implica que no solo los turistas están sorprendidos por mi constante presencia, a veces vacas o caballos curiosos me observan, mientras yo observo a las tortugas.
A veces me han preguntado si las tortugas hacen algo en absoluto mientras yo las observo. Muchas personas se sorprenden cuando les explico que mi etograma (la lista de comportamientos que yo registro) cuenta con 23 comportamientos diferentes. Aunque debo admitir que las tortugas pueden pasarse los 30 minutos de mi observación sin mover un solo músculo, debemos entender que su escala de tiempo es muy diferente a la nuestra. Si vas a vivir más de 150 años puedes tomarte tu tiempo para hacer las cosas. Las tortugas son en general animales solitarios, de manera que las observaciones más interesantes tienen lugar cuando se produce alguna interacción entre los individuos. De hecho, uno de los días tuvo bastante drama, y podría perfectamente servir como argumento para una telenovela. En una de las fincas, yo estaba observando a una hembra adulta que estaba siendo cortejada por un macho grande. Cuando parecía que iba a comenzar la cópula, fueron interrumpidos por otro macho rival que deseaba ganarse los afectos de esa misma hembra. Los dos machos comenzaron entonces a medir sus fuerzas, con ese comportamiento tan característico en el que estiran el cuello y comparar su tamaño, siendo el ganador aquel macho que tenga el cuello más largo. En este caso, los dos machos parecían estar a la par, de manera que empezaron a morderse y golpearse con el peso de sus pesados caparazones. Aprovechando la confusión de la pelea, la hembra decidió que estaba mucho mejor sola, y emprendió la huida rápidamente, dejando a los dos “romeos” compitiendo entre ellos.
La mayor parte del tiempo mis observaciones han sido mucho más tranquilas y han servido como una pequeña ventana, por donde introducirme en la vida secreta de las tortugas, para entender cómo estos animales usan las fincas y cómo las interacciones que suceden en los diferentes tipos de uso de suelo pueden influir en su ecología y su conservación. Así que, si algún día visitas la parte alta de Santa Cruz, no te sorprendas si me encuentras agazapada entre los arbustos, armada con un par de binoculares y observando ensimismada a las tortugas.