Por primera vez, científicos han documentado en tiempo casi real la migración de una hembra embarazada de tiburón martillo (Sphyrna lewini), especie catalogada como en peligro crítico de extinción, entre las Islas Galápagos en Ecuador y la Isla del Coco en Costa Rica, situada a más de 700 km de distancia.
En una colaboración internacional, investigadores del proyecto de ecología de tiburones de la Fundación Charles Darwin, la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG), el Centro de Investigación de Tiburones de la Fundación Save Our Seas y el Instituto de Investigación Guy Harvey de la Universidad Nova Southeastern (EE.UU.) están estudiando las migraciones y genética poblacional de la mayor agregación global de tiburones martillo.
Cassiopeia, una hembra de tiburón martillo de 2,5 m de longitud, fue marcada en febrero de 2021 durante una expedición de investigación de dos semanas a la isla Darwin, ubicada en el extremo norte del archipiélago de Galápagos, y hogar estacional de esta icónica agrupación de tiburones martillo. Durante esta primera expedición desde el inicio de la pandemia de COVID-19, se colocaron 13 marcas satelitales para investigar por segundo año consecutivo las rutas migratorias que emprenden las tiburonas martillo embarazadas hacia las zonas de crianza situadas en las bahías manglar de las costas continentales de América Central y América del Sur.
Los datos de seguimiento satelital, revelaron que tras viajar al norte de la isla de Darwin durante unos 10 días, Cassiopeia empezó a nadar en dirección este hasta llegar a las aguas de la isla del Coco. Recorrió unos 700 km (390 millas náuticas) en poco menos de 14 días, viajando un aproximado de 50 km por día (28 millas náuticas). Aunque estudios anteriores han documentado los movimientos entre islas de los tiburones martillo utilizando marcas acústicas pasivas, estas marcas de detección de "presencia o ausencia" no revelan las rutas precisas que siguen los tiburones para ir de un lugar a otro. El uso innovador de transmisores satelitales remolcados está permitiendo a los investigadores documentar por primera vez la ruta y calendario exacto de esta épica migración regional.
"Comprender mejor las migraciones reproductivas anuales de las hembras de tiburón martillo es vital para asesorar un enfoque de conservación regional que necesario urgentemente si queremos revertir el continuo descenso de sus poblaciones en el Pacífico Este Tropical", comenta el Dr. Pelayo Salinas de León, investigador principal de la Fundación Charles Darwin y fellow de conservación de la Fundación Save Our Seas. "El viaje de Cassiopeia aún no ha terminado: desde la Isla del Coco todavía tiene que recorrer otros 700 km aproximadamente para llegar a la costa continental donde dará a luz a sus crías dentro de bahías de manglar. Imagínate estar embarazada de 9 meses de 20-30 crías de tiburón, y tener que nadar más de 1500 km, esquivando miles de anzuelos y redes de pesca por el camino... ¡y luego nadar de vuelta! Si queremos salvar al tiburón martillo de la extinción, tenemos que proteger a estas madres superheroínas mientras migran por la región", añade Salinas-de-León.
"Estas hembras embarazadas son el grupo más importante que debemos proteger mientras intentan esquivar la actividad pesquera, a menudo ilegal y no regulada, entre las Galápagos y sus lugares de parto en el continente. Los datos recogidos en este estudio serán fundamentales para establecer un sistema de manejo flexible que proporcione esta protección precisamente en los lugares y momentos adecuados", afirma el profesor Mahmood Shivji, director del Instituto de Investigación Guy Harvey y del Centro de Investigación de Tiburones de la Fundación Save Our Seas, en la Universidad Nova Southeastern.
El tiburón martillo se incluyó en el año 2019 en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como especie en peligro crítico de extinción, sobre la base de una disminución estimada de las poblaciones mundiales de más del 80% a lo largo de tres generaciones (72,3 años).
Esta investigación en curso ha sido posible gracias al generoso apoyo de la Gordon and Betty Moore Foundation, la Fundación Save Our Seas, la fundación Guy Harvey Ocean, Roller Coaster Road Productions, Mark Rohr y Mark Qi Wong.